Es una de las tres medidas alternativas a la reclusión que establece la ley. Está pensada para aquellas personas que han cometido delitos por primera vez, y que por lo mismo pueden seguir aportando a la sociedad mientras cumplen su condena. Y se ha hecho famosa por casos como el de la sicóloga de 67 años María Cristina Gaete, quien fue condenada a cumplirla por negarse a desprenderse de sus tres gatos, contraviniendo el reglamento del edificio donde vive (ver recuadro).
Se trata de la reclusión nocturna, instancia que, en los primeros seis meses de este año, ha aumentado un 23% respecto del primer semestre del año pasado, según antecedentes aportados por Gendarmería. Mientras el año pasado había 4.405 personas cumpliendo condena bajo esta modalidad -4.125 hombres y 280 mujeres-, este año el número alcanza a 5.677 personas (5.322 hombres y 355 mujeres).
La reclusión nocturna -vigente desde 1983 y cuyos requisitos son que la pena no exceda los tres años, que no existan condenas anteriores y que la ejecución de la pena sea innecesaria- tiende a ser confundida con el arresto nocturno, el cual se aplica a personas que han sido imputadas por algún delito, pero que aún no están condenadas.
La reclusión se cumple entre las 22 horas y las 7 de la mañana del día siguiente. El condenado debe presentarse diariamente al centro penitenciario designado para tales efectos y tiene que dormir en el recinto durante el plazo que fije el tribunal.
Hay otras medidas alternativas vigentes, como la remisión condicional de la pena, que obliga al sentenciado a firmar periódicamente en el tribunal, o la libertad vigilada, que somete al condenado a controles por parte de profesionales de Gendarmería. Todas estas normas las decide un juez.
Los delitos más comunes cometidos por personas condenadas a reclusión nocturna son conducción en estado de ebriedad, hurtos menores, demandas por no pago de pensión alimenticia y personas que fueron sorprendidas "colgadas" a la red eléctrica, entre otros.
En la Región Metropolitana hay cinco recintos de cumplimiento: el Centro de Reinserción Abierto "Manuel Rodríguez" (hombres), el Centro de Detención Preventiva de Talagante (hombres), Centro de Detención Preventiva de Melipilla (hombres), el Centro Penitenciario de Buin (hombres) y el Centro Penitenciario Femenino de San Joaquín, este último es el único lugar de la región que alberga a mujeres condenadas.
La espera de las mujeres que llegan al CPF
Unas cuarenta mujeres esperaban la noche del viernes pasado su ingreso a reclusión nocturna en el Centro Penitenciario Femenino de San Joaquín, el ex "COF". Habían llegado ahí por robos en tiendas, tráfico de drogas, piratería y otros delitos.
Además de conversar animadas frente a un imponente portón de lata verde, aprovechaban la instancia para hacer negocios: Una joven, que dijo tener el oficio de "mechera", vendía unas botas para la nieve recién "compradas" en un mall. Ofrecía los calzados en $35 mil, advirtiendo que su precio en tienda sobrepasaba las "80 lucas".
Todo transcurría tranquilo, hasta que llegó la hora de hablar sobre su detención en el ex "COF". Dejando a un lado su conversación previa, se unieron para criticar a coro el funcionamiento del recinto carcelario. Sin querer revelar sus nombres completos por miedo a eventuales represalias de las gendarmes, denuncian malos tratos y aseguran que deben dormir "en el suelo, en unas colchonetas húmedas".
Una de ellas, identificada como Macarena (21), asegura que las funcionarias penitenciarias "hacen lo que quieren". Explicó que, "por ejemplo, a las 10 (de la noche) es la entrada, y ellas (las gendarmes) no están ni ahí: abren a la hora que quieren". Jessica (34), una comerciante ambulante que esa noche terminaba una pena de 41 días, manifestó que "hay allanamientos a las cuatro de la mañana, porque ellas (las gendarmes) quieren, pero qué vamos a tener si nos revisan enteras. No nos dejan entrar ni una fruta".
Autor: http://diario.elmercurio.com/2009/06/28/nacional/nacional/noticias/B1BBB5A3-56DA-41D4-ADDE-402935712F51.htm?id={B1BBB5A3-56DA-41D4-ADDE-402935712F51} (El Mercurio)
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