lunes, 28 de septiembre de 2009

Revelan cómo son, cómo operan y quiénes componen el sistema de seguridad de un narco

Domingo 27 de Septiembre de 2009

Traición en el narcotráfico. Ésa es la arista que el Ministerio Público ha detectado como una de los primeros pasos para lograr desarticular a las grandes organizaciones de tráfico de drogas que operan en el país.
Así lo asegura una fuente judicial, quien dice que la traición siempre estará presente. "Siempre va a haber interés de apoderarse de la droga y dinero", explica.
Esta situación es un verdadero dolor de cabeza para los jefes narcos, quienes buscan evitar la insurrección de sus subalternos a través de la confección de un sofisticado aparataje de seguridad.
Se trata de unos cuatro a cinco soldados avezados que son de entera confianza del líder. Por lo general tienen parentesco familiar y cumplen el requisito de ser peligrosos delincuentes que no dudarán en usar su pistola automática ante cualquier sospecha o amenaza.
"Estas personas son los brazos derechos. Ellos son los únicos que saben la ubicación de la droga y el dinero", señala la misma fuente consultada, quien agrega que también son los encargados de brindar seguridad a los cargamentos provenientes del norte.
Otro de los integrantes cercanos al jefe narco es el informante. Este personaje es reclutado por su simpatía y grandes redes de contactos. Tiene como misión infiltrarse en los organismos del Estado para obtener información judicial y policial del líder.
Este cargo tiene la particularidad de disponer de gran cantidad de recursos para lograr su objetivo. A los policías y funcionarios judiciales les ofrece autos y una suma mensual de dinero.
El informante tiene sus antecedentes limpios y recibe un sueldo de entre $800 mil y $1 millón cada 30 días.
"El traficante nunca se siente traficante, se siente un comerciante", comenta el fiscal jefe antinarcóticos de la Fiscalía Metropolitana Sur, Héctor Barros.
El investigador detalla que estos criminales van reclutando más gente a medida que sus necesidades aumentan en la población. Y eso se da cuando se apoderan completamente de las esquinas, tras recibir el apoyo de los pobladores, cuyas necesidades básicas son pagadas por el narcotraficante.
Pero ¿cómo se aprende este sistema? El fiscal Barros explica que los narcos más antiguos partieron como simples vendedores que fueron ascendiendo en la organización y estructura.
Sin embargo, en los últimos años las pesquisas detectaron que asaltantes que cumplen condena en las cárceles recibieron instrucción en los penales para convertirse en traficantes una vez que recuperan su libertad.
"Sus compañeros de celdas les ofrecen trabajo o se les traspasan los contactos internacionales. En resumen obtienen los vínculos para distribuir y obtener la droga", afirma Barros.
El persecutor asegura que las bandas de "Los Gaete" y de "Los Car'e Jarro" lograron conformar organizaciones con una línea jerárquica completa.$ 800 miles el sueldo mínimo que puede recibir un informante de las organizaciones narcos.
50%de las ganancias corresponde al líder.
"Centinelas" y "canguros" en acción
En la población La Legua nunca se va a encontrar una organización de narcotráfico completa, debido a la gran cantidad de bandas que conviven en esa zona.
Por ello, la policía explica que los jefes narcos reclutan gran cantidad de soldados, quienes muchas veces no conocen a sus jefes.
Su misión apunta a proteger el trabajo de los vendedores y evitar quitadas de drogas en las pequeñas calles de La Legua.
Estos soldados se dividen principalmente entre dos figuras: los centinelas -que operan como vigilantes- y los canguros, que guardan las armas en sus casas. En el último tiempo menores de edad han sido reclutados para cumplir esta función. Reciben $400 mil al mes. "Las permanentes balaceras en esa población se explican, principalmente, porque constantemente se intentan robar la droga de los rivales", dice una fuente policial.

Autor: http://diario.elmercurio.com/2009/09/27/nacional/nacional/noticias/E1AB0E34-41A4-441F-8ED6-0EA4D6B135E1.htm?id={E1AB0E34-41A4-441F-8ED6-0EA4D6B135E1} (El Mercurio)

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